jueves, 4 de noviembre de 2010

Coraje para la memoria

Hace unas semanas la Fiscalía vinculó mediante indagatoria a Ferney Tapasco González y a su hijo, el ex representante a la Cámara Dixon Tapasco Triviño, por su presunta autoría intelectual en el asesinato del subdirector del diario La Patria de Manizales, Orlando Sierra Hernández.

La noticia no sorprendió a nadie. Minutos después de la muerte del periodista, todos, en medio de la indignación, señalaron a la clase política caldense, más exactamente a los Tapasco, como culpables del crimen. Posteriormente, fueron las investigaciones las que conformaban dicha tesis, que hasta ahora se examina.

¿Y por qué ocho años después se empieza a contemplar esta hipótesis? El Fiscal General de la época, el señor Luís Camilo Osorio —actual Embajador de Colombia en México—, descalificó esa conjetura aduciendo, en varias oportunidades, que “esos trabajos van en contra del verdadero curso del proceso, generando sensación de impunidad”.

Es preciso recordar que el peor momento de la investigación del crimen del humorista y periodista Jaime Garzón, fue durante la administración de Osorio (2001-2005). El caso prácticamente estuvo paralizado durante varios años y se dejaron de explorar varias tesis que hoy cobran toda credibilidad. Lo mismo pasó en el caso del subdirector de La Patria.

Orlando Sierra recibió tres disparos en la cabeza el 30 de enero de 2002. Dos días después, murió. Luís Fernando Soto, autor material del homicidio, fue condenado a 19 años de prisión, sin embargo, recibió múltiples rebajas de pena y purgó escasos cinco años en la cárcel. Los coautores del parricidio, Luís Miguel Tabares, alias ‘Tilín’, y Luís Arley Ortiz, alias ‘Pereque’, actualmente pagan una condena de 28 años por facilitar el asesinato del reportero.

Aunque en este caso hay condenados no sabemos quién dio la orden para perpetrar el homicidio. Por lo tanto, la vinculación de los Tapasco constituye un avance contra la impunidad.

Sin embargo, llegar a este punto de la investigación ha tenido un alto costo. A raíz de la captura de los autores materiales, fueron asesinadas doce personas. Esta cadena de homicidios silenció a muchos testigos.

Orlando Sierra entendió el periodismo como la defensa de los intereses ciudadanos. A través de su columna “Punto de Encuentro” denunció la corrupción de su natal Caldas poniéndole nombre y apellido, sin pensar las consecuencias que esto traía.

“Es que yo soy inmune cuando escribo y muy frágil después de que sale publicado”, sostuvo en una entrevista el reputado periodista. “Yo siento que nadie me puede hacer nada cuando estoy escribiendo”, agregó.

Cada semana, los lectores tenían una cita con él por la claridad conceptual de sus escritos, por su nivel cultural y por su especial forma de hacer crítica. Fue así como se convirtió en el columnista más influyente y respetado de la región y, sin duda alguna, uno de los ejemplos más importantes que hoy tienen las nuevas generaciones de periodistas.

El coraje que caracterizó a Orlando le dio la victoria en una batalla, como él mismo lo formuló: “Ya estamos soportando una guerra, una batalla de armas, como para que, además, tengamos que soportar una batalla de silencios”.

El compromiso de Sierra estuvo por encima de las amenazas de muerte, del ingente miedo que llegó a sentir. “Tratar de silenciar a los periodistas es un acto doblemente terrorista”, recitó en muchas oportunidades.

Orlando Sierra fue un enemigo del silencio. Sin embargo, como lo definió el presidente de la FLIP, Ignacio Gómez, “la muerte de un periodista silencia a miles”. Y el crimen del subdirector del diario caldense ha implicado que muchos periodistas hagan la tarea que los asesinos quieren que hagan: no buscar la verdad, no denunciar y emprender una batalla en silencio.

Enaltecer y enseñar el legado del Orlando Sierra es garantizarles a los colombianos un referente de verticalidad e integridad.

Por Orlando y el periodismo: ¡JUSTICIA!

Agenda: La semana pasada, la Escuela de Periodismo de la Universidad de Missouri (Estados Unidos) hizo entrega de su tradicional medalla de Honor a la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) en reconocimiento a su labor en la defensa de la libertad de prensa. A Ignacio Gómez, presidente; a Carlos Cortés, ex director; a Andrés Morales, actual director; a Mauricio Durán y a todo el equipo de la FLIP, les expreso mis más sinceras felicitaciones por trabajar día a día para que los crímenes de decenas de periodistas no queden en la impunidad y para que se respete este derecho fundamental.

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