martes, 28 de abril de 2009

Cambio en el panorama internacional para América Latina

La V Cumbre de las Américas realizada en la capital de Trinidad y Tobago, Puerto España, concluyó con un nuevo discurso de Estados Unidos hacia América Latina, se respetaron las diferencias ideológicas y, tal vez el protagonista de la reunión de Jefes de Estado, Barack Obama —Presidente de Estados Unidos—, convenció a sus homólogos que es una persona que gobierna de forma humilde y dispuesto a conciliar las diferencias.

Mucho antes de la Cumbre, el gobierno norteamericano empezó a trabajar por restablecer las relaciones con Cuba, país con el que lleva más de cinco décadas en conflicto ideológico, como se caracterizó en la guerra fría. Y es que en América Latina aún sobrevive la filosofía que identificó la guerra a finales de los años 50 porque el capitalismo estadounidense sigue discrepando de la política comunista de Cuba y, actualmente, del socialismo impuesto por Hugo Chávez en Venezuela, entre otros países de Suramérica. Este sentimiento sigue siendo recíproco.

No obstante, al parecer el presidente Obama quiere romper este paradigma respetando —reitero— las diferencias ideológicas. El mandatario afroamericano quiere conciliar con Cuba siempre y cuando se convierta en un país libre y democrático, y ha dado muestras de su disposición para que el conflicto con la Isla sea arreglado, como por ejemplo la visita de congresistas demócratas a La Habana.

Aunque el expresidente cubano, Fidel Castro, se mofó de las intensiones de la Cumbre para con su país, es un paso muy importante para la política internacional que Estados Unidos y Cuba reconcilien sus desacuerdos e inicien una nueva etapa porque demostraría el desarrollo de las dos naciones. Adicionalmente, se podrían abrir nuevos mercados y hacer convenios para combatir la crisis económica, sin necesidad de influenciar ideológicamente al otro.

Del mismo modo, Obama recalcó el acercamiento que el Gobierno de Estados Unidos hace frente a sus rivales como Hugo Chávez de Venezuela, Daniel Ortega de Nicaragua y Evo Morales de Bolivia —quien afirmó que los norteamericanos tienen un plan de asesinarlo, lo cual provocó la expulsión, hace unos meses, del Embajador estadounidense en La Paz—. “Tenemos muchas diferencias respecto a muchos temas, pero en la medida en que podamos ser respetuosos de las reglas democráticas, podemos encontrar lo que tenemos en común”, resaltó el afroamericano.

No es seguro que Estados Unidos cree una nueva política para las relaciones con América Latina, pero posterior a la Cumbre en Puerto España, podemos afirmar que el gobierno norteamericano tiene una nueva forma de hacer política, preponderando el respeto y el derecho a disentir.

Ahora bien, éstas primeras medidas de Barack Obama han sido mínimas, es cierto, pero puede ser el inicio de un cambio.

Por otra parte, podríamos controvertir qué tipo de intensiones tiene Estados Unidos con esta convicción, pero ante la crisis económica que está enfrentando todo el mundo el mensaje es claro: debe haber una unión. Por ejemplo, Venezuela le puede comprar más alimentos a Estados Unidos y los norteamericanos lograrían una alianza por petróleo.

Es difícil que el panorama se preste para estos fines, pero no puede ser fortuito ni pura coincidencia, que en la Cumbre de las Américas se haya logrado un ambiente cuidadoso de las posiciones de los demás.

Respecto a Colombia, la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca significa una nueva era para las relaciones diplomáticas del gobierno del Presidente Uribe con Washington porque ya no está su principal aliado Geoge Bush.

El Ejecutivo colombiano pidió, antes de la Cumbre, una reunión con el mandatario estadounidense, la cual fue rechazada y se frustró el encuentro. Esto significa que las relaciones entre las dos naciones van en decadencia, además, es evidente que Obama quiere estrechar otros lazos diferentes a Colombia porque su discuros en la Cumbre estuvieron dirigos prioritariamente a Cuba, Venezuela y Bolivia.

Sin embargo, Álvaro Uribe se jactó de la conversación que tuvo en el almuerzo con el Ejecutivo norteamericano en donde le expuso su política de seguridad para darle estabilidad al país con inversión y cohesión social. Obama lo escuchó atentamente y le prometió gestionar y estudiar la Firma del Trabajo de Libre Comercio (TLC) con Colombia, además reconoció algunos avances de nuestro país.

Pero vale la pena recordar que Obama, desde su época en el Senado, se había opuesto a la negociación del TLC por las violaciones a los derechos humanos y asesinatos a sindicalistas, principio que impera para el partido Demócrata de Estados Unidos, que tiene la mayoría de curules en el congreso desde noviembre de 2006.

Después de la V Cumbre en Trinidad y Tobago, queda claro que se aleja la posibilidad de firmar el TLC con Estados Unidos, primero porque, como decíamos anteriormente, el gobierno de Obama busca nuevo aliados en América Latina; segundo, estamos descubriendo que Colombia no era propiamente el principal aliado de Estados Unidos sino el de su ex presidente George Bush; y, tercero, porque se siguen revelando casos de la violación a los derechos humanos por parte de los actores armados del conflicto interno, con participación, en algunos casos, de las Fuerzas Militares, sigue el desplazamiento forzado y el desequilibro social. Además, continúan descubriéndose los vínculos entre paramilitares y parlamentarios de la coalición de gobierno.

Para que Colombia pueda firmar el TLC con Estados Unidos debe mostrar avances en materia de derechos humanos y en defensa de integridad de periodistas, sincalistas y defensores, en vez de estar nombrando a personas de raza negra en cargos diplomáticos como la del General Luís Alberto Moore como agregado militar en Washington, cosa que no estaría mal si no tuviera fines políticos. Es más, la reducción de ayuda económica al Plan Colombia por parte de Estados Unidos se debe, entre otras cosas, a la violación de derechos humanos.

Fotografía - Archivo AP

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