viernes, 9 de abril de 2010

¿Se acaba Contravía?

Aduciendo motivos económicos, la junta directiva de la Casa Editorial El Tiempo (CEET) dio a conocer el cierre de la revista ‘Cambio’. Sin embargo —y como lo argumentó Rodrigo Pardo, quien fue su director—, ésta razón estuvo lejos de la realidad.

El capítulo de cierre de medios pareciera ponerse de moda, pues he sido informado que el programa de televisión ‘Contravía’, que dirige el periodista Hollman Morris, está en peligro de salir del aire; éste sí por motivos económicos. Prácticamente saldrá de la pantalla en unas semanas.

“Es una pésima noticia para un país que se ahoga en unanimismos, radicalismos y superficialidad”, dice el maestro de ética periodística Javier Darío Restrepo.

El dinero que la cooperación internacional giró para sostener al medio de comunicación se ha terminado. “De la campaña de desprestigio de los agentes del DAS, los perseguidores de la información libre han pasado a la táctica del cerco económico; formas de lucha combinadas para impedir que se conozca lo que está pasando en Colombia”, añade Restrepo.

“Es una lástima que se hayan logrado los objetivos de acallar a ‘Contravía’, a la que el DAS persiguió con —como queda demostrado— deplorable eficacia”, expresó Daniel Samper, columnista del diario El Tiempo.

Fundado el 20 de julio de 2003, ‘Contravía’ ha promovido la defensa de los derechos humanos como principio editorial. En sus 225 capítulos ha presentado crónicas, reportajes, documentales y entrevistas —en televisión que es el medio que “educa” a la mayoría de colombianos— en las que ha relatado la barbarie de la guerra del conflicto interno que vivimos y es un equipo que saca las cámaras de los estudios para llegar a los sitios más recónditos, visibilizando la esperanza y mostrando la bella geografía colombiana.

Asimismo, ha sido galardonado con los premios más importantes de América Latina: la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), que preside el Nobel de literatura Gabriel García Márquez, le otorgó el premio Cemex; la organización estadounidense Human Rights Watch reconoció el trabajo por los derechos humanos y en Colombia ha sido honrado con los premios Simón Bolívar, CPB e India Catalina. También fue nominado por dos ocasiones por la organización Reporteros Sin Fronteras a mejor programa periodístico.

Del mismo modo, el trabajo de Morris fue objeto de mención en el diario norteamericano ‘Los Angeles Times’ y, en septiembre de 2008, el diario británico ‘The Guardian’ resaltó la labor del periodista en materia de derechos humanos.

Desde Washington, José Miguel Vivanco, director para las Américas de Human Rights Watch, dijo que ‘Contravía’ “es un programa que nos informa objetivamente de la realidad colombiana corriendo riesgos y superando enormes obstáculos. Es muy importante esa defensa diaria que hacemos de la libertad de expresión, ampliando el espacio para el ejercicio de la libertades públicas que es como se profundiza la democracia en Colombia al igual que en América Latina”.

El año pasado se conoció que Morris, toda su estructura familiar y el equipo periodístico de ‘Contravía’, desde 2004, fue objeto de la más infame “cacería” —en términos de la Fiscalía— por parte del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS); que incluyó seguimientos, espionaje, sabotajes, propaganda negra, amenazas e interceptación ilegal de sus correos y líneas telefónicas.

A pesar de todo esto y del plan de desprestigio contra el programa —que consistía en “definir acciones que vayan en detrimento” de organizaciones defensoras de derechos humanos—, ‘Contravía’ volvió al aire en septiembre de 2009 a sabiendas de que “no había garantías”, como lo afirmó su director Hollman Morris.

El CTI de la Fiscalía General de la Nación encontró informes del organismo de inteligencia titulados como “cursos de acción” que tenían como objetivo “iniciar campaña de desprestigio a nivel internacional a través de la vinculación (de Morris) con la guerrilla de las Farc”; “gestionar acciones de sabotaje, la suspensión de la visa, el robo de su pasaporte, cédula, etc.”, dice textualmente el documento rotulado como “secreto”.

Estas acciones de desprestigio, al parecer, eran presentadas y llevadas a embajadas y sedes diplomáticas, con el fin de, reitero, “acciones que vayan en detrimento”, para restringir posibles financiaciones.

Del mismo modo, el presidente Uribe ha señalado, en varias oportunidades, al periodista de ser “auxiliador del terrorismo”, por ejercer un periodismo independiente que controvierte las versiones oficiales.

“Estos tipos de presiones son intolerables para el ejercicio de la labor periodística, es muy preocupante y quisiera agregar mi voz y reclamar el amparo de la libertad de expresión en Colombia”, sostuvo Jon Lee Anderson, periodista de la revista norteamericana ‘The New Yorker’.

“Se necesita quién muestre la otra cara y el fondo de los hechos y quién se atreva a decir que el Rey está desnudo”, enfatizó Javier Darío Restrepo.

El trabajo de ‘Contravía’ es un rescate de las voces de las víctimas del conflicto armado, con un manejo respetuoso, para construir su memoria histórica y de esos hechos bárbaros que la sociedad no puede dejar en el olvido.

Para Germán Yances, analista de medios y director de la especialización en Televisión de la Universidad Javeriana, “es gravísimo que un medio de investigación y denuncia como ‘Contravía’ tenga que salir del aire; es una pérdida tremenda para la opinión pública”.

‘Contravía’ siempre ha contado con el apoyo económico de la cooperación internacional: la delegación de la Unión Europea en Colombia, las embajadas de Países Bajos, Canadá y Reino Unido, y Open Society Institute (OSI) —fundación con sede en Londres que financió la actual temporada—.

A pesar de ser un programa periodístico de la más alta calidad y reconocimiento a nivel nacional e internacional, nunca ha contado con el apoyo del empresariado colombiano. Morris todavía contempla la posibilidad de que OSI renueve la financiación, pero es fijo que el espacio salga por unos meses.

Este programa, compartamos o discrepemos con él, es necesario. La no emisión es una pérdida para la democracia. “A más medios, más democracia”, puntualiza el director de ‘Contravía’.

“Hay una forma de terrorismo más dañina que la que explota bombas: la que silencia periodistas, revistas y periódicos, porque esta sí destruye el alma de los colombianos”, concluye Restrepo.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Es cierto, perder programas como este es perder en democracia... aunq el solo hecho de q la mayoria (MUY alta)de colombianos nunca lo h visto, dice mucho de nuestra democracia... como podemos compartir este articulo?

Unknown dijo...

De la misma manera como se nos ha pedido en tantas ocasiones en estos ultimos años, rodear instituciones corruptas e ilegítimas,es ahora necesario rodear los medios alternativos de comunicación, es la única posibilidad que tenemos de saber lo que sucede en nuestro propio país, hechos que son deliberadamente invisibilizados o negados y que atentan no ya sólo contra la democracia sino que van en detrimento de unos mínimos éticos.
A rodear a Contravía.

uptc-estudia dijo...

hollman animo hay que seguir trabajando para como colombianos lograr algun dia salir de este modelo represibo ... vamos por una dermocrasia ..

Carlos Andrés Valencia dijo...

es uan lástima que Canal Uno haya decidido no volver a transmitir Contravía, aunque como ha sido todo en este gobierno, era de esperar.

Yo invito a la gente que ve el programa a que lo sigan viendo por TeleSur. El único cable operador que da el canal es DirecTV, sino tienen pueden entrar a www.telesurtv.net y seguirlo desde Internet.

Jose G. Torres dijo...

Para hollman y su equipo de contravia, mis más sinceros agradecimientos por su labor periodistica; aveces las cosas van mal, pero después llega un ida que sólo trae noticias buenas.

Papeto dijo...

Qué más se puede esperar de este régimen intolerante... lo gracioso del caso es que viven rasgandose las vestiduras señalando los enormes defectos de los chavistas, cuando aquí estamos casi en las mismas solo que de otra forma... Lástima por Contravía, se está acabando (por todo tipo de sucias artimañas) el periodismo realmente independiente de Colombia.